La teoría de la traducción como herramienta para cotizarse mejor ante potenciales clientes.

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La teoría de la traducción como herramienta para cotizarse mejor ante potenciales clientes.

By Eva Villarreal Gutiérrez | Published  09/15/2006 | Translation Theory | Recommendation:RateSecARateSecIRateSecIRateSecIRateSecI
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Quicklink: http://jpn.proz.com/doc/898
Author:
Eva Villarreal Gutiérrez
メキシコ
英語 から スペイン語 translator
入会日: Nov 20, 2005.
 

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La necesidad de asimilar plenamente el significado detrás de la palabra escrita o hablada, para posteriormente utilizarlo en la representación o recreación de las ideas propias y ajenas, es tal vez una de las sensaciones más familiares para las personas que desempeñamos una labor en el campo del lenguaje.

En mi caso, al sentir esa necesidad, y luego poner en la balanza mis capacidades y afinidades, decidí que la traducción era la rama que podía cubrir mis expectativas. Afortunadamente, poco antes me había enterado que existía una formación académica formal en esa disciplina e ingresé en una escuela que ofrecía en tres años el plan de estudios de bachillerato y una preparación como técnico intérprete-traductor.

Al cabo de esos tres años, y ya con conocimientos más sólidos sobre el proceso de traducción (si bien bastante básicos, como habría de descubrir tiempo más tarde), mi decisión de no hacer un bachillerato tradicional probó ser de gran utilidad cuando, incapaz de continuar con mis estudios profesionales, tuve que salir al mercado laboral para labrar mi camino de regreso a la educación superior.

Habrían de pasar 7 años antes de que pudiera regresar a la universidad, durante los cuales realicé mi labor en muy diversos campos. Durante ese tiempo me di cuenta de que, si bien me era muy útil el proceso básico aprendido (leer y entender completamente el texto original, verificar las dudas en diccionarios monolingües, traducir a la lengua meta y huirle como a la peste al diccionario bilingüe), me hacía falta algo más, no sólo para que mi proceso de traducción fuera más eficiente, sino para estar en una mejor posición de explicarle a mi potencial empleador por qué debía contratarme a mí para la traducción que le hacía falta y no a su sobrino que había ido cinco veces a Disneylandia y hecho summer camps en Estados Unidos toda su cuasi bilingüe vida.

Aquí es donde el estudio formal del proceso de la traducción entra en juego. Ya una vez en la universidad, la teoría de la traducción me reveló no sólo un método, sino un punto de vista distinto sobre lo que la profesión es, su importancia y cómo se desarrolla. Revisar los procesos más frecuentes a los que han recurrido los traductores nos ayuda bien a ahorrarnos las horas y horas que nos tomaría llegar al mismo resultado o bien a reafirmar lo que nuestro instinto ya nos había sugerido, sin sentir que estamos transgrediendo alguna regla sagrada.

La teoría de la traducción nos permite establecer la debida importancia de cada una de las partes esenciales del proceso —autor o lengua origen, texto o idea, lector o lengua meta— para así no perder de vista cuál es el objetivo final que debe alcanzar nuestra traducción, su razón de ser. Conocer la diferencia entre una traducción literal y una oblicua nos permite entender que el traductor no sólo calca estructuras y palabras de una lengua a la otra: el traductor desmenuza el texto original para extraer su esencia, la cual reconstruye en la lengua meta con los elementos que le son propios a dicha lengua. La teoría de la traducción permite que el traductor pase de trasladar a reconstituir ideas, de traidor a recreador.

La teoría de la traducción es también de utilidad para aspectos menos sublimes de nuestro trabajo, que son empero importantes, tales como la remuneración y la competitividad en un mercado difícil por incomprendido. Regresando al ejemplo de nuestro potencial empleador y su talentoso sobrino, la teoría de la traducción nos permite mostrarle con pruebas tangibles y estructuradas por qué nuestro trabajo es infinitamente mejor que cualquier esbozo de traducción que pudiera hacer su querido pariente. Si le hablamos del tipo de texto, la intención del autor, su lector final, la necesidad de realizar una adaptación, explicitación o equivalencia, cómo se puede conservar el registro de lengua, etc., estaremos en una mejor posición de que nos otorgue el proyecto a que si sólo le decimos que traducimos usando el “sentido común”.

Otro de los aspectos menos etéreos pero harto útiles de la teoría de la traducción es la manera en que nos ayuda a hacer más eficiente nuestro trabajo. Si tenemos bien asimiladas las distintas técnicas y posibilidades a que el traductor puede recurrir en su desempeño diario, podemos ofrecer un trabajo de la más alta calidad, en un tiempo razonable y con un menor desgaste personal. Recordemos que la traducción es tanto arte como técnica, y conocer la teoría que la sustenta nos permite lograr un balance saludable entre estos dos aspectos.

Finalmente, pero no por ello menos importante, el estudio de una teoría de la traducción nos permite entender la importancia de contar con una preparación adecuada que proporcione las habilidades necesarias para los fines de nuestra labor. Además, conocer la importancia de nuestro desempeño en el desarrollo de la historia de los pueblos nos permite valorar la labor del traductor, defenderla y hacerla valer. Nos pone en una mejor posición para hacerla trascender y que le sea otorgado el reconocimiento que merece.

Aún existe gente a la que, cuando se le menciona que el 30 de septiembre es el día del traductor, se ríen a mandíbula batiente creyendo que nos inventamos el día para tener algo que celebrar o regalarnos diccionarios; muchos otros se sorprenden de escuchar que existe una licenciatura en traducción y, con una inocencia que raya en la majadería, preguntan “¿Y qué les enseñan en tanto tiempo?”; otros más se creen con derecho y razón de exigir que la traducción de 20 cuartillas se haga en una hora o menos. Pero cuando se les explica en qué consiste nuestra labor y la importancia que siempre ha tenido, dejan de reír; cuando nos ven trabajar, observan con atención; y cuando reciben los resultados, no pueden menos que dar unas gracias sinceras.

Así, la teoría de la traducción no sólo nos guía para asimilar ese significado que tanto buscamos y recrearlo en el papel, sino también nos ayuda a compaginar ese proceso con nuestro éxito profesional en la labor que hemos elegido por vocación y convicción.


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